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Reflección Sobre Una Visita a Barcelona

  • SH
  • Jul 30, 2022
  • 20 min read

Updated: Aug 8, 2022

Prólogo


Esta entrada de blog lo he escrito a propósito en castellano (como referimos al idioma en Paraguay) porque era muy importante para mí pensar, sentir, y escribir de un lugar que esté conectada a ese mundo hispano. Estoy segura que tengo errores en la gramática, el vocabulario, y la sintaxis, y también que no me expreso con tanta fluidez y competencia como en el inglés. Dios sabe cuántas veces me corrigió los géneros de las palabras el autocorrectivo. Han sido muchos años desde que he leído la prosa literaria en castellano. Pero yo decidí que esta falta también es parte de mi expresión auténtica: una demonstración desnuda a mi relación con este mundo. Tal vez la falta mostraría aún más que cuando se puede apreciar por todo lo que es, este idioma tiene riqueza inmensurable. Entonces eso es un poco de mi explicación por el proceso tras la decisión de escribirlo en castellano.


A la cuestión de qué idioma leerla –pues, por supuesto también tiene que ser en castellano. Bueno, precisamente, me gustaría más que nada que lo lea la gente hispana. Lo escribí con una audiencia hispana en mi mente. No sólo se siente esto lo más apropiado por las asociaciones con el idioma que podremos compartir entre escritora y lector(a), que forman partes de narrativos comunes, sino porque el tema y las experiencias de que hablo se pertenecen al mundo hispano. Y también por supuesto, siendo inmigrante y coreana-americana, no me olvido de las complicaciones que nos llevan a perder el conocimiento de lo nuestro. No todos los hispanos pueden hablar o leer el castellano. Además, vivimos en un mundo globalizado en que nos conocemos y chocamos con gente de toda parte del mundo. Así que también hago disponible una traducción al inglés.


Finalmente, para los que no me conozcan y no sepan mi historia con ese mundo hispano, les cuento un poco aquí. Mi nombre es Serafina Ye Jin Ha Kim. Tengo tres nombres primeros y dos apellidos porque nací en Paraguay y eso es normal allá. Serafina es un nombre católico en castellano. Crecí ahí con la gente de ahí, primero en Asunción y después en Ñemby, jugando y formando amistades con los paraguayos, yéndome a colegio con ellos, comiendo su comida, conociendo el mundo por ella. Me iba a la iglesia de los coreanos-paraguayos: esa es la manera común global en que los coreanos forman la diáspora. Pero fuera de eso, todo estaba infundido con lo que es paraguayo. A mi familia entera nos encantó la gente y la manera de vivir ahí.


Nosotros nos migramos a los E.E.U.U. en el 2001, cuando yo tenía 10 años. Vinimos con sueños para ganar más oportunidades, pero perdimos mucho. Pasó una cosa y otra y nos quedamos sin papeles (describo esa historia en más detalle en este video en inglés). Ha sido muy duro la vida de ser inmigrantes sin papeles aquí. Ahora por mi matrimonio yo ya las tengo, pero el proceso de crecer aquí por 16 años sin ellos cambió enteramente mi manera de existir. Haber conocido demasiado mucho el efecto psicológico que daña poco a poco del ser negada legalmente en un estado, ahora me devoto a lo que creo que importa más defender. Eso es la humanidad, y en particular la humanidad de los que sufren la injusticia sistémicamente.


Han sido ya muchos años en que renuncié mi identidad paraguaya y latina, y sólo me he referido como coreana-americana. Cuando me preguntan los latinos por qué, que notan que puedo hablar en castellano muy bien, les digo lo que creo de verdad. Sería un tipo de traición a los paraguayos y latinos de reclamar eso. Había parado de cultivar esa parte de mí todos estos años porque ya no tenía más capacidad por ella. Ya era bastantemente difícil de reclamar la identidad coreana cuando nunca me he ido a Corea, y la identidad estadounidense cuando el estado me había marcado como objeto extranjero. Pero en estos dos, ha mejorado mucho mi situación, para que tal vez pueda otra vez tener más capacidad por conectar a la identidad hispana. Porque en el acto de hacer, y hacer a continuación, tal vez podrá haber otra vez una manera en que pueda reclamar mi parte en esa patria linda en que nací.


Con eso dejo esta entrada de blog antes de ustedes. Me rindo a sus juzgamientos con humildad y gratitud por darme un chance a leerlo.


Nota: Los números en paréntesis corresponden a las notas al final.





Reflección Sobre Una Visita a Barcelona


Ir a Barcelona fue como transportarme a otro mundo. Como una estadounidense, era algo surreal lo del hablar el castellano como el primer idioma mundial de ahí (no como de un grupo de minoridades, como lo es aquí). Más bien, el idioma de minoridad ahí era otro idioma oficial, el catalán, cuyo sonido se parece mucho más al portugués (que siempre he pensado que es el idioma más sensual del mundo) que al castellano. Estas circunstancias en que yo hablaba en castellano trajeron nueva vida y desarrollo en mi relación con el idioma. Por cierto, me daba más gana de hablarlo. Podría decir que hasta me sentía más atractiva hacerlo. La única lástima que tengo es que duró este periodo tan corto que temo que estoy perdiendo esa sensación de hablarlo allá.


Otra manera en que me sentí transportada, una mucho más específica, era lo de la interacción entre el hombre y la mujer en esa cultura hispana. Esto está enredado con la interacción entra la gente en general.


De mi perspectivo coreano-americano, los paraguayos siempre habían mostrado mucho más cariño, o tal vez una consideración sin timidez o sin autoconciencia, que los estadounidenses o los coreanos, y esto lo veía también entre los catalanes. Ellos se arriesgan mostrar sus sentimientos y siendo así de vulnerables con todo lo que dicen, tanto como los ciudadanos estadounidenses con sus orígenes puritanos no. (1) En particular esto lo sentí en mis interacciones con dos hombres apartes ahí: un señor catalán que se sentó a través de mi cuando tomaba el tren Renfe al centro de la ciudad, y un señor argentino que era el mismo dueño y labrador de la lavandería más cercana de nuestro domicilio.


Ambas personas fueron tan amables como cualquieras otras de ahí, y placeres con quien hablar. Ya había dado cuenta en Europa (y más en España que en Inglaterra, donde estábamos justo antes de España) los individualistas y capitalistas máximos que somos en contraste los ciudadanos estadunidenses. Se notaba que la cultura de ahí es muy social: yo siempre, sin fallar, fui la única de todo el establecimiento que comía o bebía sola (cuando no estaba con Erik). Se sentía más fuerte la cohesión del grupo, y entre todas las gentes que se reunían a charlar mientras compartían unos bocaditos, se notaba más a menudo que hasta se disfrutaban juntos los miembros de familia de las diferentes generaciones.


Pero hablar con los dos hombres fue como poner una lupa a eso. Ellos demostraban un interés a lo comunitario, una apreciación a la opinión de otros en este proyecto mundial democrático, un conocimiento al llevarse bien con otra gente. Estas cualidades observé con cosas que hicieron. Ellos mantuvieron mentes abiertas al conocer y conectar con la extranjera (aunque hispanohablante) que soy yo. También hablaron (o se abstenían de hablar) sobra las personas con quien no estén de acuerdo (sobre el tema de la libertad de Cataluña) con cortesía.


El cariño tiene varias formas de ser, y algunas veces la diferencia entre las diferentes formas puede ser muy sutil. Siendo hombre o mujer cisgénero/a y hétero/a en un mundo cisnormativo y heteronormativo significa que pueda haber varias intenciones cuando uno o una interactúa con algún miembro del sexo opuesto. Yo soy una mujer cisgénera y hétera, y creo que generalmente es muy aparente. (Aunque no me siento o no me importa algunas veces a un nivel significante lo de ser femenino, sí, podría caracterizarme simplemente así)


Lo que me llevó la atención más sobre nuestros géneros mientras hablaba con ellos, y más de repente, era algo específico que hizo cada uno que me dio alguna reacción interna de sorpresa. Ahora explico mis interacciones con ellos, y después qué hicieron que me sorprendió.




Joan del Tren


Estaba tomando el tren desde Castelldefelds, donde se quedaba nuestro domicilio, hacia el centro de la ciudad, cuando el tren se estaba llenando poco a poco. Un señor se sentó a través de mi. Le dije que puede poner su mochila en el tercer asiento junto con el mío entre nosotros, a lo cual respondió que está bien así. De ahí empezamos a charlar.


Se llamaba Joan (“A, en catalán, ¡por supuesto! Como Joan Miró, ¿verdad?” “sí!”). Él se iba a regreso después de haber visto a unos amigos en Castelldefelds. Me contó más luego que trabaja en la construcción. (2)


Le conté por qué estaba ahí (que pude venir de vacaciones por mi marido) y qué es lo que hago (después de contar brevemente mi trayectoria de carreras, le conté que tengo mucho que expresar, lo cual entendió inmediatamente. Notó con cortesía que es mejor sí, vivir primero y después escribir cuando una haya tenido un poco de experiencia en la vida). Al notar que se enfriaba el café que llevaba en mi mano, él me animó a tomarla. Le conté que no lo había hecho todavía por ver que todos en el tren usaban las mascarillas (muy diferente a Inglaterra) y se veía que nadie comía en el tren. Me dijo, como dicen en ese país para animar a alguien, “no pasa nada.” (3) Entonces, lo empecé a tomar con gusto. (4) Hablamos un poco sobre la vida de ahí (“a los españoles les gustan mucho la tranquilidad”), y de los estados unidos (le conté que es demasiado al contrario).


Me preguntó, “¿por qué entonces no vives aquí en España? Debes de quedarte, que ya hablas el castellano tan bien.” Y entonces, después de un momento de pensar, pero también a prisa que ya nos estábamos llegando a la estación de Barcelona Sants, donde se iba a bajar, le conté cómo me costó demasiado de convertirme a ser estadounidense, por haber crecido sin papeles. Otra vez pude notar con la expresión solemne de su rostro que entendía. Esto me dio mucho alivio porque honestamente no estaba segura de cómo respondería sobre lo de la inmigración sin documentos. Se levantó, y una vez más me animó a quedarme ahí. Me dio mucha pena escuchar eso en particular sabiendo que, por todos estos años, a mi familia le habría encantado vivir ahí, con la cultura y el idioma siendo como son. Pero este sentimiento rápidamente se convirtió y mezcló con la sorpresa.


Es que me había dado una caricita al hombro mientras hablaba. Dijo algo que necesitan más gentes guapas como yo ahí. Ambos el tocar y la palabra me dieron pausa. Escuchar a la palabra “guapa” por ahí, no estaba segura exactamente el significado que tenía en su intención. O tal vez era una de las variedades de ella (guapísima, guapeza) que también me han dirigido en ese país en varios escenarios, de ambos chicos y chicas.


En los estados unidos, por lo menos en estos tiempos de ultra vigilancia (por buenas razones), ya han aprendido los hombres a casi nunca tocar a las mujeres con quien no están en una relación sexual en cualquiera manera fuera de momentos muy intencionales y bien considerados. Pero por supuesto, yo no estaba en los Estados Unidos. Estaba ahí, con este señor con quien había compartido una conversación muy honesta y humilde. (5)


Me recordé de la cultura paraguaya. Y también me acordé de que no estaba muy segura del uso de esa palabra “guapa” en este país. No tenía que ser algo que expresa atracción sexual. Así que me recuperé del choque menor, y le despedí con placer igual a él. Nos dio a los dos la pena de tener que despedirnos. Si yo pudiera bajar ahí también, sugirió que tal vez habríamos tomado un café y continuado a charlar. Pero pensé que todavía sería mejor para mí si ya corto esta interacción aquí, y le dije que no podía.

Luego, cuando busqué el significado y el uso de esa palabra por la red, me di cuenta de que sí es una de esas palabras que se usan en muchas diferentes maneras, incluyendo lo sexual pero también lo no, y que el significado depende en la situación. Generalmente, significa linda. Me alivié sabiendo eso, porque creo intuitivamente que interpreté al señor correctamente cuando lo tomé con buena intención. Pero sí me dio curiosidad a que una palabra pueda llevar tanto riesgo por los diferentes significados que pueda tener.



Tino de la Lavandería


El señor argentino de la lavandería se llamaba Constantino, pero dijo que le llamaban (o como dijo él, shamaban) Tino. Aunque tenía ya dos hijos grandes (de 25 y como 18 o algo así), se veía muy joven, como si sólo estaría en los finales de los treinta años.


Hablamos también mucho y muy a gusto, sobre las lavanderías (yo le conté que son lo mejores ahí, mucho más que en Cambridge y en los E.E.U.U.) y los modelos industriales comunes que tienen ahí ya conectados con el detergente (que los hacen en Alemania), la situación política sobre la libertad de Cataluña (me contó firmemente cómo es, de su perspectivo, que los catalanes son demasiados radicales en tratar de mantener su independencia, al cuesto de oportunidades para el progreso), la vida de ahí comparado a Argentina o a los estados, y sobre nuestras historias migrantes.


Estábamos de acuerdo de que en España sí saben vivir. Me dio risa cómo lo comparaba a argentina, y lo que decía sobre su país de nacimiento tenía mucha semejanza a lo que uno a quien le importa diría del mío, vecino del suyo. (6) Estábamos tan a gusto que cuando empezó a tomar su mate caliente argentino, lo compartió conmigo. Disfrutamos hablar un poco sobre esa cultura del mate que, en verdad, yo era demasiado chica para conocer cuando vivía en Paraguay. Cuando me despedí de él y me fui, los dos ni nos dimos cuenta de que no le había pagado ni un céntimo por haber lavado y secado mis ropas. (7)


Lo que hizo que me dio un momento de pausa pasó antes de toda esta charla. Después de haber puesto mi ropa en la lavadera al principio, había recién regresado del centro de Castelldefelds con el efectivo en mano. Entonces él abrió la puerta de la secadora, a donde me había transferido mi ropa mientras me esperaba, y sacó de ahí mi bombacha de tela suave mientras me decía que ahora ya debería quitar las ropas sensitivas.


Mi reacción interna creo que era menor que podría haber sido para un tipo de chica estadounidense común, para quien el espacio personal es algo sacrosanto, y para quien mostrar su feminidad es algo hiper-importante. Sí, la mejor caracterización de lo que yo sentí sería el pánico. Pero también era muy menor, e inmediatamente me recuperé de ello pensando de que lo que pasó puede ser muy normal viendo que esto es su trabajo. (sólo que no ocurre a menudo en los estados, que un empleado de una lavandería le pase una pieza de ropa directamente al cliente)


Él cedió el espacio para mí dándome la bombacha como si no fuera nada. Lo recibí, y de ahí elegí y quité las otras ropas sensitivas mientras empezamos a hablar. (8)




Mis interacciones con los hombres me ayudaron a darme cuenta de algo. Realicé que estaba buscando por algo. Necesitaba creer en una masculinidad hispana que no sea tóxica. Pero importantemente, también tenía que ser segura –bastantemente segura para no temer de mostrar la afección. Realizo que tal vez me sueno muy atrevida.


Ha habido una gran parte de mí que, hasta el día antes de regresar de este viaje, estaba en un lugar muy distanciada de mi propia sexualidad. Estaba distanciada por ser vulnerable y desempoderada por la sexualidad, por sentir que no la controlaba. (9)


Las fuerzas que hacen que las chicas, y luego las mujeres, se desempoderan, se lastiman, y se hacen borrar a sí mismas son infinitas. Hay fuerzas a largo plazo, afectando la formación de la vida, y hay eventos singulares que interrumpen la formación de repiente. Ambos nos matan adentro. Les cuento aquí generalmente las fuerzas a largo plazo más substantivas que me habían afectado por la mayoría de mi vida. Creo que son suficientes.


Mi estado emocional a mi relación de mi cuerpo tenía todo que ver con las circunstancias de mi vida antes de Erik. Tenía que ver con dos fuerzas demasiado grandes para mí para lograr a vencer a ellos –lo religioso y lo político. Tenía que ver con el catolicismo de mi familia coreana-paraguaya que consumieron ese credo tan seria y profundamente que logró a hacerme borrar durante toda mi vida desde la niñez lo de ser una mujer con sentimientos físicos en mí.


Una vez, cuando ya era junior o senior en la universidad, me fui a Los Ángeles a visitar a mis padres. Estaba desnudándome en el baño a punto de ducharme mientras mi mamá se estaba lavando en la lavadera. No me acuerdo cómo salió esta tema, pero me preguntó si había tenido relación sexual con mi novio. Yo nunca le pude mentir a ella, entonces le dije que sí. De ahí miró a mi cuerpo como si estaba examinando algo, y dijo con una distinta expresión de decepción y asco como si fuera el juzgamiento final, “Ahora ya tu cuerpo no es lo mismo.” En sus ojos mi cuerpo había perdido todo su valor. Y casi nunca hablamos de mi cuerpo aparte de que debe estar sana o de cómo se ve en varias ropas, etc., Así que la parte chistosa es que antes de este momento ni sabía que ella pensaba que mi cuerpo tenía algún valor de ser cuerpo de mujer. Esto era lo religioso.


Lo político era de haber crecida una chica indocumentada, para quien la única opción era de casarme, y de casarme lo más pronto posible. Así cuando me dí cuenta de ello en la secundaria, se convirtió la sexualidad mía a algo que ya no se sentía mío, justo al tiempo para esa fase de la vida cuando a uno le importa más. Antes de Erik, estaba con mi único otro novio desde secundaria por seis años y medio. Todavía no sé si fui yo en esa relación, tan poca voluntad que sentí que tenía. Salí de esa relación, pero por supuesto que el daño de haberme perdido por tantos años se quedaría por más tiempo.

Entonces estaba así de desempoderada cuando había tenido algunas interacciones con algunos chicos hispanos. Son pertinentes porque son recientes, y creo que informaron mis expectaciones de estos dos hombres de Cataluña.


La vez pasada que venimos a España, a nuestra luna de miel en el 2019, conocimos por un Meetup para aprender inglés a un grupo de muchachos que eran amigos. Fueron mixtos de Madrid y Barcelona. Siendo extranjeros, y más por el idioma y la cultura siendo diferente, nos tomó tiempo para entenderlos y reaccionar adecuadamente (especialmente a Erik). Excepto por uno, eran los demás tres o cuatro muy atrevidos en cómo me hablaban, sin respeto a mis decisiones. A combinación con todo lo demás de ellos, claramente fueron machistas. Me dieron rabia a fuego lento por días, pero después me los olvidé. Estaba en España para disfrutar mi feminidad.


Y todavía más fresca en mi mente eran algunas interacciones con un chico latino a principios de este año en el gimnasio a que iba. También era atrevido –tan atrevido como también idiota, que hasta reveló su prejudicio ante los asiáticos y el sexismo por despersonalizarme a mi cuerpo. (10) Las interacciones con él solo tenían efecto emocional fuerte a mí porque era un periodo en donde estaba tratando de ya no disociar de mis sentimientos como lo hacía por mucho tiempo. Además, se aprovechó de mi querer conectar con la latinidad. Me había dado tanta rabia que había escrito algo sobre eso (que no he compartido al público).


Pero sólo fueron algunas interacciones breves con dos grupos de hombres. ¿Por qué concentrarme en ellos, que a coincidencia son hispanos? ¿Por qué razón ponerlos juntos en un grupo con significado así? Es porque no crecí absorbiendo la cultura hispana sin haber dado cuenta de la intensidad y la prevalencia de la sexualidad que es parte de ella, en una manera distinta que como lo es en Asia Oriental o Norteamérica. Es porque no lo vía, y escuchaba, y sentía, sin haber viéndome a mí en ella. Es porque había creído en ella. Es por eso que sé que la sexualidad en la cultura hispana es una cosa distinta. Y sí, la cultura con que crecí y que entró a mi conocimiento era hispana, no sólo latinoamericana. Incluían a artistas como Alejandro Sanz, el piel blanco, y el castellano, encima de todo innumerable lo que es latinoamericano que es resultado de España. (11)


Por supuesto he conocido a muchachos y hombres hispanos que son buenos y muy lindos en carácter en el pasado, a quien pienso con cariño. Pero estas interacciones recientes, por sus propias razones, me habían afectado bastantemente desde cuando habían pasado que subieron al superficie en el punto del tiempo en que estaba en este viaje. Los chicos españoles fueron pertinentes porque estaba otra vez en España, en una posición vulnerable de ser extranjera, para disfrutar mi feminidad. El chico latino era pertinente porque le había conocido más recientemente. Lo reciente importa más por haber yo disociado tanto de mis sentimientos en el pasado, me ha sido difícil de recordarme que más ha podido pasar en maneras así de sutil antes de ellos.


Esos dos grupos de hombres hispanos fueron una fea parte, digamos una mutación, de algo muy grande que ya existía mucho más antes de que realicé su efecto, pero que sí es definido. Es por ellos que necesitaba yo saber que existe una masculinidad hispana que no daña. Por haberme sorprendido Joan y Tino con sus maneras de ser, me habían regalado algo bello –ambos la realización de lo que necesitaba y la cosa misma de la creencia también.


Cuando me fui a Barcelona, me interesaba conocer a su gente, y a su país, como cualquier persona de cualquiera gente de cualquier país tiene curiosidad sobre cómo viven los otros. Había tenido la oportunidad de viajar tantas millas sobre el océano, con cuesto no pequeño al medioambiente, para disfrutar y admirar todo lo que tenía que ofrecer ese lugar. (12) Entonces, ¿por qué no tratar de conocer a la gente de ahí, y entender cómo forman parte y están conectados al mundo que yo conozco? ¿por qué no averiguar mi relación con ellos? En particular si hasta me sugirieron varias veces que me quedara a vivir ahí.


Además, había mucho en España para mí que me hacía recordar de Paraguay. Esto era el caso no sólo en el idioma (que es más similar al castellano de Paraguay que los dialectos de español más comunes en los estados), el clima, la vegetación, y la comida, pero incluso en las maneras de ser.


A resultado me quedó muy tierno ese país, y naturalmente presté atención a cómo son los de ahí. (13) En este sentido, creo que las interacciones sí me dieron oportunidad de conocer a la gente de ahí un poco –en formas auténticas y lindas—y eso quería compartir.


Tal vez mis anécdotas exponen mis propias falacias más que nada –mi disposición por ser extranjera estadounidense (o sea, ignorante), o mis expectaciones inconscientes de los hombres hispanos. Puede ser que no digan nada más que eso. No sé, siento que no estoy en la mejor posición para juzgar. Eso lo voy a tener que ceder a los hispanxs –-de todos los géneros-- que lean esto. Si es eso el caso, entonces bueno. Me quedo consciente.



Notas al Final


(1) También los asiáticos orientales (de Corea, China, y Japón). Pero los asiáticos somos tan diferentes al mundo occidental, hasta expresándonos y comunicando en diferentes maneras, que solo se podrían comparar a los hispánicos en otro nivel completamente separado, que honore las diferentes filosofías fundamentales. Por eso no los menciono aquí.


(2) Para aquellos que no estén familiarizados con los términos “cisnormativo” y “héteronormativo,” –no se preocupen por no saber. Antes, yo tampoco sabía. Lo explico aquí, porque cuando sí aprendí estas palabras, me parecían que son muy buenas maneras de recontextualizar mi posición en relación a otros que han tenido una experiencia muy diferente que yo con respeto a sus géneros o sexualidades.


La cisnormatividad se referiere a la la supocición que todos tienen la identidad de género que corresponde al sexo asignado en el nacimiento. La héteronormatividad se refiere a una visión del mundo en donde se supone que la heterosexualidad es la normal o preferida orientación sexual. Estas supocisiones mayores en el mundo son la base para la discriminación de muchas gentes que no son parte de la mayoría con respeto a sus géneros o sexualidades. Un resultado por ejemplo es que 375 personas transgéneras fueron matadas en el 2021, una figura que ha subido desde el 2020 cuando el total era 350.


(3) Noto que me di cuenta más luego porque, como me dijo el señor y también pude sentir, ahí no le define tanto la ocupación a uno como lo hace aquí en los estados.


(4) Se ve que cuando no pasa nada es algo bueno. Lo que yo quiero saber es qué dicen los españoles cuando sí pasa algo, pero algo bueno, como un cambio para lo mejor.


(5) Al estadounidense le da gusto al saber cuánto cuesta un café solo o café con leche (como de €1,60 a €1,90), cuando uno realiza que son todos solo un trago de expreso. Entonces, uno se siente esa falta de cafeína en su bebida, y todo tiene sentido sobre cómo es que toman café todo el día.


(6) Había habido ocasiones cuando estaba en Barcelona que me olvidaba que no estoy en Norteamérica, aunque en esas era por estar tan relajada con un propietario de raza minoridad. Entonces empezaría a hablar en inglés, y después me daría cuenta y cambiaría al castellano. Y se sentiría surreal en un nivel completamente nuevo. Compraba un baklava de un señor de Jordán, y un abanico de una mujer China… mientras hablamos en castellano. Si no les suena esto raro a ustedes, pues, es raríiiiisimooo para mí.


(7) Antes de esto cuando se estaba quejando de lo de Cataluña, yo le ofrecí cómo es peor en los estados. Haber venida recientemente de Inglaterra, donde las cosas están competitivamente horrendas como a los estados, yo estaba preparada para que me desafíe. Pero al contrario, en vez me preguntó de repentemente ¿entonces por qué no me quedo ahí en España? Y otra vez estaba silenciada porque, por supuesto, es complicado. Después de pensar un momento, le dije que ya he vivido y familiarizado con los estados tanto, que las luchas de aquí son las luchas de que tengo que tomar parte. La verdad es que, a comparado a Inglaterra y España, Erik y yo sí pensamos que estamos más avanzados en los estados unidos en el nivel de la consciencia pública sobre la justicia de la raza, del género, y del colonialismo. Eso sí nos da orgullo.


(8) ¿Cómo podría haber hecho mi lavado sin pagar en una lavandería? Pues, la respuesta le daría choque al estadounidense que ya está tan acostumbrado a lo transaccional que es la cultura de aquí (de los non-inmigrantes). Yo, cuando llegué ahí, no tenía ningún dinero en efectivo en euros. Así que me dijo que él podría pagar por la lavada mientras yo encuentre efectivo. De ahí caminé al centro de Castelldefelds y probé cuatro diferentes cajeros automáticos en busca de uno que no me cobrara algo ridículo (como €7 o €8 de los bancos grandes Santander y Caixa). De ahí me dí cuenta que ya pasaron los 30 minutos de a lavadora. Así que le llamé a Tino por el número que tenía en Google Maps, y le di mis disculpas por mi situación. Me dijo que no pasa nada y que transferiría mi ropa al secador. Entonces regresé al cajero cuyo el pago era el más bajo (€4,50 de Banco Sabadell) y me regresé a la lavandería. Cuando llegué nos pusimos a hablar mientras yo tendía a mi ropa y él a lo de otro cliente. Y me fui sin pagar.


Después de bajar al centro a coger las proviciones en el supermercado, el pan de la panadería, un termómetro para Erik en la farmacia, y otro cafecito para mí en la ola del calor, me subí a la lavandería otra vez a dejarle los diez euros que le debía. Cuando le llamé porque no estaba ahí, se ve que ni se dio cuenta de que no le había pagado. Dejé el billete bajo la puerta de la oficina como me instruyó.


Son así de tan buen humor. :D


(9) Se siente extraño decir “mis” ropas cuando incluyen ambos míos y de Erik. Siento que es correcto, para denotar en contraste lo que es mío a de lo que puede ser de otros clientes de la lavandería. Pero no sé de dónde (¿de la cultura coreana? No creo, porque ahí ni se usa mucho el posesivo) siento algo persistente que debería hacer claro que no sólo es mío.


(10) No tiene nada que ver con lo que jamás hizo Erik –yo entré a nuestro matrimonio así. Él sólo ha sido completamente compasivo y paciente en este sentido.


(11) Normalmente, si no conozco bien a alguien, usaría la palabra más cortés –ignorante. Pero la verdad con este chico es que yo sé que sí tenía toda la razón para deber saber mejor. Yendo a ese gimnasio, con la educación que tenía, ganando tanto como sí. No tenía ningún pensamiento o consideración de los problemas sociales con que vivimos en este mundo que compartimos. Digo esto porque hay muuuchxs personxs –hispanxs, latinxs, o no—que están luchando esto exactamente por haber sidos dañadxs.


(12) Por supuesto, entre todos los hispanos, los latinos son diferentes que a los varios latinoamericanos, que son diferentes a los hispánicos. Pero bueno –yo no tengo interés a establecer si España es distinto y mejor que a Latinoamérica o no. El producto de su historia imperialista se nota inmediatamente cuando uno ve a la riqueza que es parte de la propiedad del estado español, y al sobrio pensar que pudieron mantener su moda de vida cuando las indígenas de las américas no. Todavía recuerdo ver como los indígenos Guraní vendían tejidos de ñandutí hechas en mano al pie de edificios municipales en el centro de Asunción durante una excursión con mi clase. Estaba muy consciente al visitar a ambos Inglaterra y España que básicamente estoy en el centro del imperialismo mundial histórico.

(13) Cerca de 1200 kilómetros aéreos generando cerca de 1500 kilógramos de emisiones sólo para mí.


(14) Yo tengo una filosofía personal. El conocer y entender algo, pero con buena intención, es una forma de amarlo. Por supuesto, no puede ser la única manera en que uno ame (como que besar y abrazar todo el tiempo sin nunca hablar o hacer otras cosas juntos tampoco puede ser). Pero creo que es una manera significante. Hay muchos que dicen que aman, pero no tratan de saber o conocer qué es exactamente lo que aman, ni cuando el sujeto de su amor quiere ser conocido/a. Yo creo que esto merece consideración.


 
 
 

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